He fracasado, lo admito,
he fallado en todo sin duda.
Fui un pésimo hijo, hombre,
un pésimo amante, compañero,
un pésimo trabajador, amigo.
He fracasado, sin remedio
que jamás fui capaz de dar
ni de alcanzar lo esperado,
que en el resumen de mi vida
no podré merecer algún aprecio.
He fracasado, como esperaba,
fue mi propio temor el presagio,
el arúspice de mi previsto sino
que en el abismo de mi existir
todo fue tal y como pensaba.
He fracasado, sin vergüenza,
que no puedo esconderlo más,
no puedo mentir a mi mismo,
que ante los momentos finales
para engañarme no hay fuerza.
He fracasado, he dicho.