Me embriagué con el sueño de la locura eterna de dormir tranquilamente entre tibios lirios verdes y sueños incandescentes
que me muestran una realidad pálida, gris donde todo es más triste y más oscuro.
Donde los perros mueren y las personas odian, donde el loco es rico y los cuerdos menos.
Donde los gatos vagan por el cielo y el amor se desvanece
donde la libertad es pecado, la esclavitud anhelada, la reina violada y el rey segregado
donde el callejón vacío se llena de la vida fugitiva ante la muerte imperante.
Donde la tensa calma arrebata los sentidos, donde la guerra no existe porque la paz es ley, donde la mujer vive y el hombre muere.
Donde el grito de ayuda es tomado como sosiego
y la silenciosa peste de larvas suaves asesinan al comandante ciego.