Cenicienta se ha cansado de dormir,
de su torre de tristeza le han dado ganas de salir.
Ha dormido mucho últimamente,
vive en una prisión con cadenas en la mente.
Atrapada en la oscuridad, en medio de su sentir,
busca el brillo del sol perdido y la esperanza por venir.
Sus ojos cansados reflejan anhelos y deseos,
mientras el viento se lleva con susurros todos sus desvelos.
Cenicienta se ha cansado de soñar en vano,
de su letargo profundo quiere salir hacia el llano.
Ha sido prisionera de su propia melancolía,
vive entre sombras y anhelando una luz como guía.
Con zapatos rotos y un vestido desgastado,
caminando hacia el horizonte va con paso adelantado.
Decidió romper las cadenas de su mente encarcelada,
buscando el sol que brilla más allá de su mirada.
Con cada paso se libera del peso del pasado,
solo piensa en un futuro donde sus sueños ha alcanzado.
Cenicienta ha despertado, con fuerza y determinación,
abraza la luz del día dejando atrás la oscuridad de su prisión.
En su camino hacia la libertad encuentra la fortaleza,
en cada desafío ve una oportunidad, ya no solo una promesa.
Ya no es aquella niña que aguardaba en la penumbra,
es una mujer valiente lista para escribir su propia suerte.
Sabe que el camino será duro, pero también será bello,
porque en su corazón late el fuego, ya no solo son destellos.
No más cadenas, no más miedo, solo libertad y amor,
su historia es un cuento de esperanza de renacer entre el dolor.
Ya no llores cenicienta, que ya te has quitado la venda,
seca tus lágrimas y corre al viento aunque nadie lo entienda.
El destino ha tirado los dados y hay que respetar la suerte,
alguien encontrará tu zapatilla y celebrará el conocerte.