Todo fue repentino, apenas un instante
que la soledad me mostró sus garras
entre armónicos silencios que invisibles
con total crueldad hirieron a mi alma.
Sentí la complicidad del mismo aire
la sensación de lo que vendría en el mañana.
Las palabras huyeron tan de prisa
que en su prisa no dijeron absolutamente nada...
Pronto me rendí ya sin posibilidades,
me sentí un pájaro entregando a sus alas.
Fui como una hoja que al caer agonizante
sentí el frío de caer allí sobre la escarcha...
Sentí en mí el peso de la muerte que venía
a estar junto a mí para mostrarme su diabólica mirada.
Mi espíritu tembló en su angustia
y juro que vi a mi sombra que, llorando, se alejaba...
Un abrir y cerrar de ojos y todo quedó distante,
la plenitud de mi vida quedaba desvastada.
Mi destino y un nuevo rumbo hacia la eternidad
con el dolor de viajar, llevando herida aún el alma...