Y la tarde nos viene con sus intereses propios,
con su tañido de campanas
y su correspondiente cortejo fúnebre,
con niños en los parques jugando
a todo aquello que les permiten sus padres.
Vuelan las horas entre calores
y se sumerge la luz
que da paso a unas sombras más permanentes,
todo es así en esta primavera
en que florecen
los mismos amores de siempre.
Con diferentes gentes
la naturaleza continua siendo
la que se erige como salvadora
del amor que prevalece
como buque insignia
de una flota de navíos
que enarbolan de felicidad
sus banderas al aire
en sus joviales andaduras
por los anchos destinos
donde habitan los seres humanos.