Miraba en sus ojos el cielo
que dulce ternura irradiaba;
su cuerpo sensual despertaba
divino y magnífico anhelo.
Sintiendo en su voz el consuelo
que plácido amor me brindaba;
miraba en sus ojos el cielo
que dulce ternura irradiaba.
Con notas de mágico chelo,
un ángel feliz susurraba
un canto que al alma llegaba;
y viendo su límpido velo
miraba en sus ojos el cielo.
Autor: Aníbal Rodríguez.