La llave de entrada al baúl donde guardaba tus sentimientos y concepción del amor, la he perdido y no sé cómo abrirla. Quizá la tire al pozo y quede ahí, rascándole las entrañas a la tierra y que en algún lugar crezcas flores negras, alimentada por esos sentimientos desordenados que celosamente guardamos, guardaste y que terminaron yéndose al infinito.
No sé cuántos cielos más les queden a mis alas, ni cuando tendré que volver sobre mis pasos. Así soy de imperfecto, siempre he vivido por las mañanas a la hora del café y muerto otras tantas al final de una canción. He visto alzar la mano del adiós desde mi terraza, tomando un tinto, abrazando mi guitarra y mi fiel perro lamiéndome los recuerdos y al viento.
Me estoy acostumbrando a esos vaivenes del amor, a vivirlo y no quererlo comprender, seguir caminando. Ir de un sueño a otro lacrando con recuerdos la parte que aun quede viva, rescatando lo que quede de una quimera, pidiendo que se. lleve aquellos olores, que dañan mi canción y hieren el día, cuando muere la tarde y en mi pecho el corazón.
A tu primavera le sobran muchas flores y a mi margarita le faltan pétalos y las cuentas no nos sale, A veces es así y otras tantas no. Hay veces que dejamos en nuestra almohada pedazos de un sueño y el olor esparcido por el cuarto, impregnando la oscuridad rotos por un deseo frustrado y esa luz penetrante del desdén que develo el final de mi noche triste.
Llevo conmigo un ramillete de flores marchitas, que un día fueron primavera, ahora solo hojas secas, con olor a papel. Recordando tus risas de aquellas veces que reñimos riendo y terminaron nuestros labios unidos. Sobrevire a la impotencia de poder detenerte, aunque lo quisiera. Tus alas ya están sobre otros cielos y tus risas en otros labios…Adiós
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO