En mis andanzas de amor, fui muy púdica.
Nunca permití holguras y menos sandeces.
Mi madre, siempre presente, me rescataba.
Ella veía que yo, no cometiera estupideces.
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Sus miedos hoy los entiendo, era su crianza.
Llevo presente sus dichos en mis recuerdos.
Si hacía lo que decía, recibía mil alabanzas.
Un día, papá dijo: anda con el pie izquierdo.
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Ese día, yo bien lo recuerdo, Papá ni habló.
Caminaba despacito y no le llevaron el café.
Oí un siseo y dijo mamá: ¿A Ud. quién la citó?
Que se calmara, le pedí a Dios con mucha fe.
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¡Ahí, en ese instante, supe quién mandaba.
Yo oía y, de ese lío, siempre, me acordaba¡