Golpeaba la puerta bajo
el ajado dintel, carcomida madera,
hacía una tarde de primavera
verdes reflejos de enredadera
El agua ligera correteaba
mimando la orilla del arroyuelo,
entre líquenes y hojarasca;
se retiraban los guijarros
Dejando paso al remolino
Irisaba el agua clara,
añiles reflejos plata y blancos.
Sobre la hierba dos cuerpos
Al olvido tendidos
jadeantes abrazados, solos,
ante la mansión de muros rotos,
desvencijados al abandono
De calima de amor, cubiertos,
sumidos en yermos lapsos;
Ventanales de cristales rotos,
el mundo alrededor, congelado
Hieráticos los cuerpos, radiantes,
sedados bajo azules espectros,
dos clandestinos amores, absorben
melancolía de destinos
Y ruedan bajo el ajado dintel,
así representan el lienzo:
la vieja morada licuándose,
de pueril y lozana adolescencia
¡Temeroso que despertaran, hui en sana envidia!