Ellos fueron…Mis padres.
Mi madre:
Dolores tenía por nombre y por sus hijos luchó.
Era una mujer pequeña que al mundo me trajo a mí
y el amor que desprendía lo tuvo que repartir
entre ocho que nacieran, que a ella la hicieron feliz.
¡Qué fuerza tenía Dolores!
Sería que sus amores, como flores de un jardín,
seis claveles y dos rosas, ese nombre mantuviera
a la pequeña Dolores luchando para vivir.
¡Qué fuerza tenía Dolores!
Para sacar adelante ese jardín lleno de flores
que de su cuerpo pariera, y alimentaran sus pechos
cuál se alimentan las rosas de los cuidados jardines,
que van creciendo en sus tallos erguidas y relucientes
con manos de serafines.
¡Que fuerza tenía Dolores!
Rayos de sol encendidos dando calor a sus hijos
desde el oriente a poniente,
y cuando se apagaba el sol, una luna le alumbraba
manteniendo la energía con la frente despejada.
Con ese cuerpo tan pequeño y su enorme corazón
a diario ella luchaba por sus hijos con mucho amor,
con lumbre que se encendían en sus manos y en sus pies
desde las claras del día, llegando al anochecer.
Como una flor que en su tallo el tiempo la va marchitando,
ella se vino apagando viendo crecer a sus nietos
que sus hijos le fuimos dando, hasta que nos dijo ¡Adiós!
Mi padre:
¿Cómo describirlo aquí?
Trabajador incansable como nadie hasta el morir.
Desde las luces del alba hasta la caída del sol,
él estaba trabajando para poder subsistir
cuidando bien de sus redes como flores de un jardín,
para no perder los peces en esos mares sin fin.
Así pasaba los días trabajando a la intemperie,
en invierno o en el estío, haciendo calor o frío
mi padre cosía las redes, cuál si fuera el vestido
de las más bellas mujeres.
Los rojos rayos de sol cuando se unían a la luna
le decían a mi padre que dejara su costura,
para que fuera a descansar donde estaba su fortuna.
Y la pequeña Dolores lo esperaba con sus flores
para calmar su dolores de ese día agotador,
entregándole su amor en ese jardín de colores.
Y con la aguja en sus manos un día nos dijo adiós
dejándonos desconsolados con pena y con dolor,
a la pequeña Dolores y su roto corazón
abrazada con sus flores, dándole su último adiós.
Juntos ya están descansando durmiendo un sueño sin fin
esperando que algún día, las flores que ellos sembraran
también se multiplicaran para hacerlos muy feliz.
José Ares Mateos (Menesteo )