Resuenan los tambores
y empieza la batalla,
se agitan las banderas
y se alzan las espadas.
La tierra se resiste
a tropas y metrallas,
no quiere lodo y barro
ni ser hoy calcinada.
La sangre de los hombres
bombea sus entrañas,
y aquellos corazones
se alejan de la magia.
La vida es un infierno
que no conduce a nada,
la luz del sol es ciega
y hay nubes que la apagan.
Se rezan oraciones
en forma de plegarias,
susurros de unos labios
que solo piden agua.
El agua de la vida
de ríos y montañas,
de fuentes y de ofrendas
con paz para las almas.
Resuenan los tambores
y hay miedo en las miradas,
la muerte ya se acerca
dejando la desgracia.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/04/24