Cual fue la primera ocasión, y no hablo de despojada
De Perlas color piel ni una espada desenvainada
Entiendo que me expreso sobre mis desgastadas fachadas
Cual se desprendieron, cuando usted deslazo mi mirada.
¿Fue entonces, que se percató, de la finura de mi tez?
La única causal que nos distinguió fue, mi fantasmal palidez
Ante el grandor solemne de tal jamás encarada adultez
Quedaba clara mi juventud, pues fui pasmada por su espontanea desnudez.
Si piensa que me expreso hacia mi busto colgando sobre mi pecho
Esta usted remotamente de ser hombre hecho y derecho
Es inaudito que siquiera en mi lecho, pueda guardar su postura secretos
No es de extrañar que, en nuestras platicas, su interés se sienta insatisfecho.
Le volveré a indagar, cuando me vio ante todo quebradiza
Sin la gracia de exponerme ante el pudor que me paraliza
Acojo que las túnicas, en cierto valor, me desnaturalizan
Mas que vale pretender el retoño, si solo espumaba por su matiz rojiza.
La persistencia de sus pupilas persiste replicar explotando mis curvas
Por poder escribir mimos sus manos, cree la tinta poder llamarle pintura
No es extravagante que la figura fémina no sea criatura nocturna
Es que, bajo el fulgor del día, florecen ternuras más maduras.
Usted inquiere incesante aludirme a una vida clandestina
No en todo momento urjo un hombre alentado por carnal adrenalina
Que, al verme desnudar mi armadura, no vea en una mujer una concubina
Si bien que relate que, al verme desnuda vez primera, fue al sonreírse y lo que vio fue
Una vulnerable niña.