“El velatorio de mi abuela Eleuteria, año 1968”
Las pavesas frioleras
se escondían tras las pajas.
Capa gris como mortaja
en un cajón de madera.
El cadáver de la abuela,
esa que tanto me amaba,
reposa pálida, blanca
sobre cojín de franela.
Su boca está ya sellada,
sus pestañas entreabiertas,
tras una lucha cruenta
en una desigual batalla.
Cuánto dolor comprimido
en esa lúgubre estancia.
¡Era una muerte anunciada!
Rasgos de muerte han surgido
cubiertos en una mortaja.
¡¡Las campanas repicaban!!