Quizás sea el momento de marcharme
poniendo como excusa mis ausencias.
No sé si he de llevarme en mis espaldas
mis versos, mis historias (no poemas).
¿Por qué voy a dejarlos a empolvarse
ahí en ese rincón? Nadie regresa
a verlos nuevamente,
no importa que la puerta siga abierta.
Acaso algún soneto, alguna Lira
me dejaré a mi mismo como seña,
que evite se extravíe
la forma, que era un hito, de mi senda.
Mi senda fue formada con palabras
que en modo de consejos me dijeran,
algunos que se fueron de improviso;
algunos que no sé dónde se encuentran…
Adiós ineludible...
el ciclo ha terminado y hoy se cierra.
No creo que me logre disuadir
la luminosidad de las estrellas.