EN UN LUGAR DEL POEMA...
Tan solo en mis demencias
como el galgo tras el Rocinante
que busca ráfagas de crudas crines
cabeza y vientos.
Me siento voz tonante de dulces Dianas,
de escudos y cuajados astilleros,
ensanchado ancho y yelmo de barquero,
molino y viento la visión del jornalero.
Así yo quiero y me siento anhelo del dulce néctar
y librarme del librero,
del sudario en prosa del novelero,
del otro, del de acá y más allá...
y del poeta loco que lanza en ristre con trinos viste
mi idolatrado arte de alfarero.
Así por todo y lo prefiero, romper querellas,
desfacer entuertos, abrir las rejas en que malsana el ovejero.
¿Cómo hago, Dulce y Néctar,
para zurcir de finos bucles mis famas de yuntero?
Flor y boca, así refiero, al besar tu boca de exquisitas rosas,
sembradíos de arte donde moras jardinero.
¿Cómo hago, ¡oh diosas! ¡de hortelano y rábano!
si tengo duelo de sementera y
los ojos tuertos y sin raíz del mensajero?
Así me junto, como azada del labriego,
escardado en ático y desahuciar diablillos
de montaña y valle y fontaneros.
¿Cómo hago, ¡sublime Vate!, si al tejer con hilos de tus finas sedas,
mi alma embate con burdas telas los colores de mi sino y costurero?
Así persigo los finos aires en que ronda y ronda la trillada mueca
de bribones y filibusteros.
¿Cómo hago, sin ser herrero, para forjar mi espada de doble filo,
entre las pendencias y los pendencieros?
¿Cómo hacerlo y entenderlo todo
si soy Quijote sin adarga en duelo,
sin sus pieles; sin rocín, ni galgo;
flaco pelón sin mosquitero?
¡Tan solo y en mis demencias,
demando en versos la copa amable que bebes en mi abrevadero!