Rafael Parra Barrios

Amor a nuestra manera

 

Mujer de rítmico andar,

desde que te ví 

te empecé a amar 

al quedar tu son en mi.

Tórridos momentos 

y sublimes besos 

manaron en distintos tiempos, 

ecos de pasión y versos.

Hoy, al mirar el pasado 

y otear fertiles senderos 

emana la música del camino, 

el amor eterno.

Mi mente, cundida de recuerdos, 

es remolino de abrazos 

que encienden cuerpos

siempre enamorados.

Bajo el cielo azul,

mojados por la llovizna, 

te amé.

Al pie de la montaña, 

en un vetusto motel 

o en cálidas cabañas,

vivimos uniones imborrables.

A la orilla de la carretera 

o dentro de un vehiculo, 

en las alturas del cerro 

o en el carrusel,

nos adorabamos.  

A veces ante el sol, 

otras bajo la luna, 

sentía el candor 

de tu natural dulzura.

Imposible borrar tus besos 

con tu suelta cabellera 

que como cascada 

me bañaba 

de álgidas caricias. 

Tus febriles roces 

erizaban mi piel, 

labios ardientes

con sabor a miel

endulzaban imstantes

sin pararle a la gente.

Tantos ratos vibrantes,

activados en mi alma 

te dicen presente, 

mi bonita y magna dama.

Sigues en mi corazón, incólume, 

admirando tu manera de ser,

exquisita y sonriente

en cada enternecer.