Luis 091

De listos e idiotas

Richi siempre supo predecir el tiempo.

Por influencias paternas -según se dice-
también sabía hablar chino,
(al menos para hacerse entender
en aquel primer y valiente restaurante oriental
que desembarcó en el pueblo)

Y cómo no,
desde muy joven le pusieron el mote de \"el chino\"
en aquel municipio a 30 kilómetros (o a cien mil
según otras magnitudes espaciotemporales)
de la gran urbe.

Siempre supo también encajar
con insuperable estoicismo toda clase de vejaciones,
hostias e insultos.

Algunas veces se atacaba y convertía
en un muñeco ridículo y torpe,
(... más torpe aún de lo que ya era),

como un muñeco que arrojaba lágrimas
ardientes, inútiles y furiosas,
como un pequeño y regordete dragón,
acorralado y provisto de un fuego imprudente
e incoloro que a nadie quemaba
pero del que todos se reían-

Y entonces su mami se quejaba
a las autoridades competentes que tampoco veían.
Al día siguiente volvía a predecir tormentas
(y a veces acertaba)

Hoy recuerda todos nuestros nombres;
su expresión transparente, su eterno gesto
alegre, sin rencor a nada ni hacia nadie.
-Richi, ¿qué tiempo va a hacer mañana?
-Ay, Fermín, ¡qué cachondo eres!

Pero ya nadie se ríe de él.

Se sientan a su lado, le saludan y le sonríen
desde sus miserias, con sus miradas idas y torpes
(como de viejo perro arrepentido)

Y a menudo esos mismos tipos de antes,
con un nuevo upgrade parecido al respeto
le preguntan por el devenir de las nubes

e incluso le pagan la coca cola.