Encontré una mi libreta,
cuando despuntaba el alba.
No recuerdo qué buscaba
y no lo sé, a ciencia cierta.
Confieso que, en la librera,
la libreta de hojas blancas
estaba casi olvidada
y luciendo amarillenta.
Revisé su contenido
y eran versos amorosos
que a un amor había escrito
en aquellos años mozos.
¡Y una lágrima devino,
brotando en mis negros ojos!
—
Fue tan fuerte aquel impacto
provocado en mis entrañas
que olvidé lo que buscaba
con aquello inesperado.
Aquel tiempo, al recordarlo,
me produjo una nostalgia
que pervive aquí en el alma
como fruto del pasado,
que confirman estos versos:
«Te amaré hasta que fenezcas,
me amarás hasta la muerte;
prometo, con este beso,
quererte como se quiere…
¡En otoño o primavera!».
—
Serenamente hoy confieso,
que nada es lo que parece.
Quien lo ha vivido, comprende,
después que ha pasado el tiempo.
La vida tiene momentos
con variados ingredientes:
quizá tristes, quizá alegres,
su camino no es parejo.
Y lo que ayer fue, ya no es,
y más nunca lo será.
Importante es caminar,
cuando hay mucho más por ver
porque habrá siempre al final
un panal con rica miel.