En el silencio de mi ser, una tormenta se desata,
no sé por qué la rabia en mi pecho arde y me mata.
Es un fuego que consume, una llama que no se apaga,
un grito mudo en la noche, una furia que no se acaba.
¿Por qué esta ira me invade, por qué este sentir tan crudo?
¿Es acaso un eco lejano, o un dolor que lleva escudo?
Busco respuestas en el viento, en las estrellas, en la luna,
mas solo encuentro el silencio, que a mi alma desayuna.
Quisiera calmar esta tempestad, encontrar paz en mi mente,
pero la rabia es un mar bravío, y yo, un barco impotente.
Navego en busca de calma, de un puerto seguro y sereno,
donde la rabia se disipe, y renazca el amor pleno.
Mas sé que en mi corazón, la respuesta debe yacer,
enfrentaré esta rabia mía, la transformaré en poder.
Con cada verso que brota, con cada palabra que fluye,
la rabia se va tornando, en una fuerza que construye.
Así que tomo mi pluma, y en el papel desahogo,
la rabia que antes me cegaba, ahora es mi aliado y mi fuego.
Con cada estrofa y cada rima, un paso más hacia la luz,
la poesía es mi camino, y en ella, encuentro mi cruz.