Cuando digo <Te amo> y tu mueca difiere,
una grieta desciende en el pecho de este hombre
a ulteriores cosechas, del recuerdo que hiere
y reprocha-le al alma cada vez que te nombre.
Cuando te habla mi lado más sensible y humano
al decir todo aquello que cercano y distante
reconcilia lo bello -esperando tu mano-,
y recibe el rechazo de una forma elegante.
Cuando el callo aplastante de tu forma vacía
de escuchar las palabras de mi boca insensata,
el velo me retrata de la melancolía
y en su eterno segundo de existencia me mata.
Me resuelvo a pensar que en nuestras necedades,
tienes tanto de culpa como yo de verdades.