He visto golondrinas
pasar tras mi ventana,
y vienen de muy lejos
en plena temporada.
Al verlas me he alegrado
con risa dulce y franca,
sonrisa del anciano
que busca así, la infancia.
Preciosas primaveras
cubiertas con la magia,
que acercan los recuerdos
al roce de sus alas.
Aquellas golondrinas,
trazando filigranas,
venían a nosotros,
al nido y a su casa.
Suspiro al recordarlo
y sé que el tiempo manda,
hoy solo son retales
de un tiempo con las hadas.
¡Qué bello es este instante
que asoma a las pestañas
y alegra las pupilas
del hombre y de su alma!
Rafael Sánchez Ortega ©
30/04/24