Amada, en medio de la tormenta,
mi ser y alma agitas con violencia,
dame tranquilidad que lentamente asiente,
en busca de una calma sin apariencia.
La paz que anhelo, aunque tardía,
sé que llegará a mi ser herido,
para extinguir el fuego que en mí arde,
y aliviar este dolor malherido.
Mis pensamientos desaparecen,
como humo que se escapa entre mis manos,
tu amor y luz necesito que florezcan,
para hallar serenidad en estos desmanes.
Que tus brazos sean mi refugio eterno,
de miedos y temores que me acechan,
tu amor, mi faro en el infierno,
guiándome en medio de las brechas.
Amada, dame tranquilidad,
para calmar el fuego que en mí persiste,
y hallar esa paz tan ansiada,
en ti, en tus ojos, en lo que existe.