El interrogante siempre aparece, incluso cuanto más impredecible sea el panorama.
Supongo, a estás alturas, algo poco probable no encontrarme en la constante encrucijada de responder aquello que me quita el sueño por las noches; pero a su vez trata de adormecerme cual droga maldita en el día.
Lo crucial sería saber ordenar ideas en una lista de prioridades; pero es ahí donde me encuentro con que la verdadera pregunta es...
¿Qué puede tener mayor prioridad: un silencio de penumbras, avasallante, pero acorde a una paz que gobierna en el confort de alguna esquina; o un carnaval constante donde pareciera que realmente no hay una mayor preocupación más que la de poder absorber cada cm3 de oxígeno que entra y da vida a este mecanismo?