Vamos a cuajar el miedo, colar la melancolía gota a gota.
Escarbar con lampas, en nuestras manos, todos los fósiles olvidados por el futuro.
Atenazar la paradoja, incendiar ese sueño a tientas,
correr como un conejo, extinto de su alma.
Digerir la angustia con cada bocado de pánico,
digerirlo, amasarlo.
Vamos a invertir en esta piedra el faro como una daga.
Esconder las sombras sobre una sombra
apilar las lágrimas por encima de una lágrima.
Ya es tiempo de soltarse del cabo intangible,
sentir la sofocación del aire en caída libre,
caer sin paracaídas.
Aprender del terror aquello que no nos enseñó la sonrisa,
y percibir la agonía en cada fisura de un instante,
al tiempo que nos vamos aferrando a la vida.