Hay tardes que se tiñen de dolor
y el recuerdo trae, a veces,
un negro desfallecimiento,
unas ganas terribles de olvidarte
o de amarnos de nuevo, no lo sé.
Ya no distingo qué es lo correcto
y qué egoísmo o soledad...
La tristeza llega a ser total,
me invade la casa y la cama
y me coge del cuello y le digo no,
basta, no te pertenezco,
y se esconde en una esquina
y se me queda mirando.