No me alcanza el día, ni la noche entera,
para cumplir con la lista que me espera.
El reloj avanza, incansable, sin cesar,
y yo en mi afán, tratando de alcanzar.
Las horas se escapan como agua entre dedos,
mientras sumo tareas, y no resto miedos.
La luna asciende, testigo de mi afán,
y el sol se despide, sin poderme ayudar.
En este vaivén de sombras y de luz,
busco un respiro, un momento, una cruz.
Pero el tiempo es tirano, no da tregua ni paz,
y yo sigo en la lucha, sin mirar hacia atrás.
Que no me alcance el día, ni la oscura noche,
no detendrá mi paso, ni mi firme broche.
Seguiré adelante, con fuerza y con fe,
hasta que al fin, mi labor pueda ver.
Y cuando las estrellas al fin brillen claras,
sabrán que mi esfuerzo no fue una quimera.
Porque no hay día corto, ni noche sin fin,
para el corazón que lucha por su afín.