Sevastian Carpio

indeleble febrero

Hoy se me arrima la nostalgia                        

de aquel indeleble verano

que nos dio a paladear la dicha

de comernos los tibios nardos

 

Desnudos entrabamos llenos

a buscar la rama del cuerpo.

Yo por la savia de su boca,

ella por la hombría del cedro  

 

Fueron festines que guardamos

en un páramo desgajado,

dos tiernas sombras agarradas

del mismo, caudaloso, orgasmo

 

mis aventureras caricias

me entregaron su geografía,

desde sus menudas colinas

hasta sus tremolas bahías

 

Fueron cálidas madrugadas

las que siempre sorprendieron

nuestros delirantes momentos

de aquel indeleble febrero

 

Hoy solo retengo dos cosas,

el recuerdo de sus cabellos

desparramados por mi pecho

y la seca rama del cedro.