anOnimo_A

Un breve mensaje a una mujer

29 de abril del 2024

 

¿Dónde estás? ¿Has cumplido tus sueños? ¿Eres feliz? Como quisiera escucharte, leerte o verte (según sean las circunstancias). Aún recuerdo la sonrisa que dibujabas en tu rostro cuando te hablaba de mi día a día. Por desgracia el tiempo es cruel, tuviste que partir a nuevos horizontes; nuestros caminos no tuvieron otra alternativa que ir en distintas direcciones. Como cuesta despertar, tu adiós lo llevo aquí y a veces queman mis manos que dibujaron tu piel en aquellas tardes de invierno y ese ardor que dejaron tus palabras en mis oídos son escalofríos al escuchar tu nombre en otras personas, pensando que eras tú; volteo sin lugar a dudas, aunque tengan otros rostros, la esperanza nunca muere ¿entiendes? Quizá ya te hayas olvidado de mí, no te culpo, pero hay versos en esta canción que me dice que una partícula de mi sigue en tus recuerdos que mueren y reviven al sentir que sigues en mi cabeza. Alguna vez de mi pasado revoltoso recordé cuando jugabas con las flores en los días de verano, combinaban con tu rostro, parecías una de ellas, ahí acostada sin ninguna pena más que ser tú y nadie más. A tu lado en ese instante, mis ojos veían pasar un futuro que creíamos estaba asegurado, juntos en larga vida con el tiempo y las circunstancias, descubrí que no fue así. Todas las canciones que escuchábamos en los Colomos y que hace días reescucho alimentando mi alma herida de viejos momentos y sentimientos, no quieren morir todavía sin ver de nuevo ese rostro que el tiempo ha moldeado con sus manos. Sí, rehíce mi vida, hay alguien más conmigo que está a mi lado como una vez lo estuviste; ella ha cambiado el color a mi vida, supongo que también a ti, alguien más está contigo. En mis soplos de soledad mi fe despierta y me hostiga, insta en buscar la estatura de tu figura recostada alguna vez en la cama que era nuestra de vez en cuando, junto al Merlot derramado en la sábana blanca, esa imagen es la que más confunde a mis sentidos; la que rastrea cada letra de tu nombre entre el fuego aún despierto de viejas pasiones; mis letras no alcanzan a caminar tan rápido como tú lo hacías en aquella primera vez trémula y nerviosa.  En el oasis de este desespero el verso es el tatuaje en tu espalda; la herida de la batalla aún abierta y profunda por los golpes de los besos en picada. Me imagino el camino de tu espalda desnuda como un libro abierto listo para ser leído. Sé que solo son memorias impregnadas en lo más profundo de mi mente y al escuchar alguna canción o leer un poema, cuento o novela estás ahí intentando ser tú, sin ningún tipo de embrollos que disimulen el silencio de los lugares que visitamos. Tú estás lejos, yo trato de encontrarte entre suspiros de un niño a punto de llorar. Trato de descubrir tus lunares, hay veces que los invento sin resultado, me venzo frente a la aflicción adherida a mi pecho.