En la distancia, en los caminos divergentes,
allí ondea, etéreo, el lazo firme,
un vínculo sutil que no se extingue,
que en silencio, entre susurros, se redime.
Atraviesa las estaciones y las lunas,
como un eco suave en el alma flota,
y aunque los días se vuelvan largos,
la promesa de un encuentro nos alumbra.
Te extraño, eco del hilo en el viento,
tu ausencia pesa como una melancolía,
pero sé que en algún punto del tiempo,
nuestros destinos se cruzarán un día.
El amor verdadero, como un tesoro,
reside en la espera, en la paciencia,
y aunque el sendero sea incierto y angosto,
nuestra unión será la más alta recompensa.