Mis huellas susurraban nostálgicas, ausentes
La brisa solo besaba el tañido de un ósculo imperfecto
El ocaso despeinaba sus labios de ceniza en mis pupilas
Vi tus lágrimas enzarzadas en un pensamiento ciego…
Y he aquí mi prosa sordomuda, ausente
El sublime aliento de su rostro se mecía en mis pestañas
Y decidí escribir estas lágrimas en versos perennes
Que se perdían lánguidos en la lejanía convulsa.
Mis palabras ya no navegan, inquietas desfallecen
Y cada pétalo agónico caía en la oquedad de la distancia,
El palpitar de mi pluma, impotente en la prosa
Deshojaba sus ausentes cabellos en una trémula hoja adolescente.
Febriles pasiones alumbraban el sueño de la noche
Y la melodía de su voz se perdía en la sinfonía de una nota
Mis pasos vagaban errantes en el adiós de su aroma seductor
alevosía rosa que cultivaban sus labios añejados.
Agoniza la musa de tan vasto océano de letras
Y el viento llevaría estas palabras embriagadoras a tu oído
El vórtice de mi aliento guardaría el sabor de sus pupilas de poeta
Para caer moribundo en la desnudez de su boca de olvido.