Por un azar de la vida
un buen día te encontré,
y compartimos gozosos
unas tazas de café.
Paseamos en la tarde
olvidándonos del tren,
y de las prisas y el viaje
para volver al andén.
Fueron horas muy bonitas
disfrutando aquel vaivén,
de miradas y palabras
de cariño y sin desdén.
Y quedaron enlazadas
nuestras almas, para bien,
y vivieron nuestros sueños
hasta llegar al belén.
Así cubrimos etapas,
y vencimos al desdén,
porque el amor que iniciamos,
sigue vivo y dice amén.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/05/24