¿Si te has quedado, por qué te has ido?
Es escuchar como tu mano da permiso al agua del grifo
para que vocee que va a atravesar la rejilla de la pica,
mientras repasas las chispas de tu belleza en el espejo.
Oír tu enérgica coreografía del zapateo de los tenedores,
cuchillos y cucharas sobre los platos,
que los has puesto firmes ya, avisando
al resto de la compañía de enseres culinarios que,
de un momento a otro, va a comenzar la función.
Y son esas sábanas danzando en el aire,
pilotadas por tus gentiles manos
para que aterricen infladas de reposo sobre la cama.
Es escuchar en la lejanía el balbuceo de aquel señor de la tele
que te está contando como está el mundo,
con todas las penas y las glorias del día.
Y es, de pronto, como por arte de magia,
saber que el teléfono te está pidiendo insistentemente
que acudas a él porque alguien quiere saber de ti.
Son tus quirúrgicos dobladillos del fucsia pijama de franela,
dejándolo bien guapo y orgulloso a él, que sabe qué,
será la revolución del armario
al reunirlo de nuevo con sus semejantes.
Es verte estirar largo y tendido las comisuras de los labios
por las risas provocadas de tus precisas y certeras bromas.
Y cómo no es, simple y llanamente,
sentir tu presencia en las esquinas,
en los pomos de las puertas, en los cristales,
siendo tele transportada
por las sutiles corrientes de los pasillos
para susurrarme serenidad en redor de mí.
Y sé que estás a mi lado
pero no puedo verte más.
Y sé que te quedaste a mi lado por siempre jamás,
y, apenado sé,
asimismo,
que te fuiste diluyéndote en el infinito.
Por eso te digo Felicidades Mamá en el día de la madre,
aunque ni un beso ni un abrazo ya más te pueda dar.
Dedicado a mi madre, que podría ser como tu madre,
como muchas otras tantas madres del planeta.
¡Felicidades a todas la Madres del mundo mundial!
José Ángel Castro Nogales
© Derechos de autor reservados
05/05/2024