Me fue inevitable no imaginar que esas caricias del agua, eran tus manos de seda.
Poco a poco ese recorrido, nació un escalofrío por toda mi piel, como una ola de fuego que enciende mi pasión.
Al caer el agua en mi cuello recorriendo mi pectoral hasta llegar a mi entrepierna, como un río de lava que fluye hacia el deseo.
Ya no solo el agua estaba caliente, era un torrente de lujuria que me envuelve, ardiente.
Fue inevitable para mi pensamiento elevar una ovación hasta tu cuerpo de escultura divina.
Mientras mis manos iban recorriendo cada palmo de tu piel, como si fueran versos de un poema prohibido.
Deje que el jabón acariciara partes que tal vez sólo tú podrás explorar, en esta danza de placer y deseo.
Deja que mis dedos inquietos jueguen y te hagan estremecer, en un vaivén de emociones y susurros.
Deje que hirviera mi sangre mientras el agua recorre nuestros cuerpos desnudos, fusión de almas y cuerpos.
Hare maniobras entre tus piernas y deja que nuestros cuerpos se fundan en esta lava de pasión desenfrenada.
Mi mente y emociones poco a poco sucumben al placer, en esta sinfonía de gemidos y suspiros.
El orgasmo llegó, y en tu nombre gemí, dejé que el agua terminara de acariciar lo que mis manos provocaron, en esta danza de éxtasis y locura.
En todas partes, en este baile de sensaciones, en estas horas de lujuria y ternura.
En todas partes.
JTA.