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 AL RECORDARTE  

                            AL RECORDARTE

 

Al hablar de ti se quiebra de inmediato mi voz,

no puedo evitar que una límpida lágrima

ruede por mis mejillas.

Una profunda nostalgia invade mi desolada alma

al saber que he perdido el más valioso tesoro

del descomunal universo.

¡Cómo extraño tus maternales caricias! Ellas eran

el más tierno bálsamo que mitigaba mis penas,

porque fuiste aquel mensajero que Dios colocó

en mi maltrecho camino.

Tu prolongada ausencia se acentúa cada día, nada

puede sustituirte, mi pobre alma está desolada,

parece que fue llevada al polo norte para que allí

muriese de hipotermia.

Tu mágica imagen la llevaré por siempre en lo más

recóndito de mis entrañas, estarás en mi recuerdo

hasta el final de los tiempos.

 

 

                                    Jaime Muñoz, mayo 5 de 2024