Oigo cantar ruiseñores
en las copas y las ramas.
Palpo en la noche sin luna
un cuerpo de dulce danza.
Veo el color de las flores
abrirse a la luz del alba.
Saboreo de los besos
la miel que endulza las almas.
Huelo la esencia desnuda
que exhalan las rosas blancas.
Cinco “sentíos” yo tengo
y se los debo a la “mama”,
cinco “sentíos” brotados
de un vientre de blanco nácar.
Vientre mullido por cuna
“pa´” ver nacer la mañana,
cuando mi llanto mecía
entre aromas de albahaca,
rodeado por sus brazos
parecidos a dos alas,
nevadas, como de un ángel,
afiladas como garras:
seguras, protectoras,
brillantes como la plata.
La mama tras de sus sueños
iba cantando una nana.
Mientras, fugaz como un rayo,
el tiempo se le escapaba.
De sus pechos “reodintos”
en sus pezones manaba,
la tibia leche bendita
parecida a la melaza,
¨pa´” alimentar a su hijito
¡oh, Virgen de la Esperanza!.
Ese niño chiquitito
con nombre de pila Rafa.
¨Aluego” vinieron ellas,
dos motivos de “alegranza”,
¡dos más ¨pa´” criar con celo!
viendo su vida truncada:
“La Mari y la Begoña”
dos hembras más en la casa.
Una familia creciendo
colgadita a sus espaldas.
La mama tras de sus sueños
iba cantando tres nanas
Mientras, fugaz como un rayo
el tiempo se le escapaba.
Y los tres fuimos creciendo,
puso su empeño y constancia;
ellas luciendo de trenzas
y cabelleras muy largas;
unos saquitos de punto
y hechas de tablas las faldas;
yo una camisa de cuadros
y pantalones de pana
que a las luces de las velas
con hilos de madrugada,
la mama tras de sus sueños
en Alfa pespunteaba.
Austera de otros placeres
siempre llenó nuestras panzas;
nunca faltó un buen cocido
ni crema de calabaza,
ni un buen arroz el domingo
ni un gazpacho, ni ensalada.
No perdió nunca el “sentío”
tenía las cosas claras:
“Este pan para este queso”
“Este queso pa´la casa.”
Pa´ alimentar mis hijitos…
¡Ay, virgen de la Esperanza!
¡Fueron corriendo los años!
El tiempo no tiene pausa.
La mama tras de sus sueños
ya se pintaba las canas.
Y nos hicimos adultos
y los tres buscamos casa,
cada uno con su tiempo
cada uno con su gracia,
pa´formar una familia
con la pareja a la espalda.
Así llegaron los nietos
que la apodaron por “Lala”.
¡Una vida de alegría
y una vida de añoranzas!.
Encorvado tiene el cuerpo
y cansada la mirada;
la vida con sus quebrantos
de dolores llena a mantas.
Ha cumplido ochenta y cuatro,
ya no hay sueños de almohada.
Sigue haciendo una novena
que le otorgue alguna gracia.
No ruega para ella misma,
lo que implora es pa´su casa,
para toda su familia…
¡ay, Virgen de la Esperanza!
por un mundo de alegrías
donde el amor no se acaba.
Donde canten ruiseñores
a los luceros del alba,
oliendo la esencia viva
que exhalen las rosas blancas,
entre besos con sabor
a miel que endulcen las almas…
Ni este elogio merecido
ni esta loa desde el alma
ni mil besos que le diera,
ni el cielo, la tierra o el agua
tienen valor suficiente
pa´ saldar tal esmerada
dedicación y desvelo,
tanta vida abnegada.
Aun así, con estas letras,
una familia entregada,
queremos con gratitud,
en este día a “la mama”
reconocer su labor
aunque la vida lo valga,
Gracias por la vida… ¡madre!
Tú que eres la vida ¡Lala!
FELICIDADES