Rafael Huertes Lacalle

SUEÑO ALADO (octavilla en tetrasílabos)

Son sus manos 
que al rozarme 
y tocarme 
con fervor, 
en mi pecho 
dejan huella, 
me hacen de ella 
sin pudor. 
  
Es su beso 
que en mi boca, 
me provoca 
sin piedad 
y, sus pechos 
dos motivos 
obsesivos 
de ansiedad. 
  
Albo lirio 
luna llena, 
gracia plena 
cenital. 
Es su cuerpo 
luz y gloria, 
amatoria 
sensüal.

Bien presente 
fuego alado, 
dislocado 
fiero amor. 
Mar de olas 
perturbadas, 
agitadas 
con furor. 
  
Eco tenue 
sin demora 
que devora 
y al compás 
la cadencia 
de su pecho 
prende el lecho 
y arde más. 
  
Como un vidrio 
se fragmenta 
y revienta 
de explosión, 
en corriente 
de gemidos 
desmedidos 
por pasión.

En la cópula 
ella goza 
y retoza 
al verter 
con delirio 
y en torrente 
lava hirviente 
por doquier. 
  
Ese culmen 
con bramido 
y gran fluido 
de placer, 
en contraste 
la estremece 
y oscurece 
mi querer, 
  
pues susurra 
suave un nombre, 
no es de nombre 
Rafael... 
quien la liba 
sin decoro 
cada poro 
de su piel. 

La negrura 
colma el alma, 
la desalma 
y en temblor 
quiebra el ritmo 
sostenido 
del latido 
con vigor. 
  
Somnoliento 
siento frío 
que es un río 
de dolor. 
Se deshoja 
mi deseo… 
solo veo 
gran tremor. 
  
¡Cuan amargos, 
sangre rojos, 
son mis ojos 
a esta luz! 
Quedo inerme; 
desvalido, 
mal herido 
con mi cruz.

Me despierto 
con desdeño 
a este sueño 
de maldad. 
Ilusoria 
nebulosa, 
engañosa… 
¡falsedad!. 
  
Confundido 
y en la calma 
de mi alma 
oigo atroz 
que es mi nombre
el que clama 
y reclama 
con su voz. 
  
Musitando 
en mi oído 
un gemido 
con pasión 
se repite 
nuevo ahora, 
rememora 
mi ilusión. 

Suave mano 
que se anuda. 
¡Piel desnuda! 
¡Piel con piel! 
Y, de nuevo, 
entre lirios 
los delirios 
de la miel. 
  
Vuelve el beso 
que a mi boca 
le sofoca 
la ansiedad, 
y mis manos 
en su pecho 
son del lecho 
libertad. 
  
Clama el sexo 
en la cama 
siendo llama 
con furor. 
Brisa fresca 
de mañana 
que se grana 
dulce amor.