Son sus manos
que al rozarme
y tocarme
con fervor,
en mi pecho
dejan huella,
me hacen de ella
sin pudor.
Es su beso
que en mi boca,
me provoca
sin piedad
y, sus pechos
dos motivos
obsesivos
de ansiedad.
Albo lirio
luna llena,
gracia plena
cenital.
Es su cuerpo
luz y gloria,
amatoria
sensüal.
Bien presente
fuego alado,
dislocado
fiero amor.
Mar de olas
perturbadas,
agitadas
con furor.
Eco tenue
sin demora
que devora
y al compás
la cadencia
de su pecho
prende el lecho
y arde más.
Como un vidrio
se fragmenta
y revienta
de explosión,
en corriente
de gemidos
desmedidos
por pasión.
En la cópula
ella goza
y retoza
al verter
con delirio
y en torrente
lava hirviente
por doquier.
Ese culmen
con bramido
y gran fluido
de placer,
en contraste
la estremece
y oscurece
mi querer,
pues susurra
suave un nombre,
no es de nombre
Rafael...
quien la liba
sin decoro
cada poro
de su piel.
La negrura
colma el alma,
la desalma
y en temblor
quiebra el ritmo
sostenido
del latido
con vigor.
Somnoliento
siento frío
que es un río
de dolor.
Se deshoja
mi deseo…
solo veo
gran tremor.
¡Cuan amargos,
sangre rojos,
son mis ojos
a esta luz!
Quedo inerme;
desvalido,
mal herido
con mi cruz.
Me despierto
con desdeño
a este sueño
de maldad.
Ilusoria
nebulosa,
engañosa…
¡falsedad!.
Confundido
y en la calma
de mi alma
oigo atroz
que es mi nombre
el que clama
y reclama
con su voz.
Musitando
en mi oído
un gemido
con pasión
se repite
nuevo ahora,
rememora
mi ilusión.
Suave mano
que se anuda.
¡Piel desnuda!
¡Piel con piel!
Y, de nuevo,
entre lirios
los delirios
de la miel.
Vuelve el beso
que a mi boca
le sofoca
la ansiedad,
y mis manos
en su pecho
son del lecho
libertad.
Clama el sexo
en la cama
siendo llama
con furor.
Brisa fresca
de mañana
que se grana
dulce amor.