Sin querer te fui queriendo,
sin pensar, también amando,
y ahora, que te has marchado,
yo de pena voy muriendo.
Sin querer te fui perdiendo
como un pájaro en el campo
del que no escuché su canto
cuando al cielo iba subiendo.
Yo quisiera que volvieras
y en mis brazos, envolverte,
como lo hacen verdes hiedras
pero sé, que no he de verte,
a no ser en una estrella,
porque te llevó la muerte.