No fue mi culpa, era diferente, inusual, tenía un algo que la hacía diferenciar sobre el resto, sus lentes y sonrisa, incluso los pantalones vaqueros holgados y el uso de algunas camisas era lo que la hacía especial, su timidez e inocencia lo que me encantó, las ganas de estar en casa y ver una película juntos antes que salir a algún lugar, su boca y escaso maquillaje lo que termino de flecharme y entender que el amor viene de distintos lugares y con diferentes alturas, aprendiendo que al bailar, es más fácil darle una vuelta a alguien a quien le sacas unos centímetros... Que el cariño y el afecto se demuestra incluso en pequeñas acciones del otro, y que son también los pequeños regalos los más fáciles de guardar, esos mismos que son los que más perduran, que es guardarle una cinta de su cabello o su labial lo que en un futuro recuerdas más y es que era diferente, en serio, no usaba tops, faldas o cosas extravagantes, mucho menos vestidos esos en lo que se veía tan bien... Era diferente, diferente, pero sin ganas de serlo, única al fin de cuentas, tan diferente era que incluso el dolor que dejó fue uno sin igual, uno que no solo dolió, sino que parecía que quemaba por dentro, era como si con cada beso, hubiera dejado en mis labios cenizas, cenizas que se avivan y ardían solo de pensar en ella... Ay, era diferente y tal vez por eso no lo vi venir porque nunca me había cruzado con alguien como ella, alguien de quien no te olvidas, sino que en realidad aprendes a vivir pensando cada día en ¿Cómo estará?.