Mirada penetrante,
inmóvil ante un ambiente lleno de polvo,
le digo palabras y se vuelve vacano con aires de atractivo.
En noches de insomnio dejo regados mis relatos lacónicos,
pues solamente observa y el estrato de desesperación me asecha.
Es injusto y su expresión es nula…
Doy volteretas en un diminuto
cuarto de herramientas oxidadas,
le leo Bodas de sangre de Lorca,
y ni aun así da rastros de emociones.
No se mueve si no es con mi ayuda
y todo se encierra en su nimbo de madera,
era muy lógico,
solo hablaba con un títere.