Cuán te quiero corazón,
dulce aliento tan divino,
mi manantial cristalino
la raíz de la emoción;
tú me diste la pasión,
me orientaste en el camino,
me forjaste ese destino
que despertó mi intuición;
siempre orientaste mis pasos
con la fuerza necesaria
para abrir veredas nuevas;
te me rompiste en pedazos,
portentosa luminaria
donde siempre te renuevas...