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En el camino duro y pedregoso,
cuando la fatiga invade cada vértebra,
y la debilidad empieza a azotar entre dudas,
¡Perdí la senda!
En la travesía me invadió la confusión,
no entendía el camino que creía conocer.
Me hubiera perdido para siempre,
hundido y desesperado,
reconocí la roca manchada de rojo,
Tú marcas inquebrantables.
Sé que por allí pasaste,
se notan las manchas por donde cruzaste,
y sigo las mismas huellas que pisaste,
tu aroma puro es inconfundible.
Sigo sin fuerzas,
las señales marcadas dependiendo,
de cada paso de ti,
percibiendo el final,
las sendas entre aroma, manchas, fatigas y rocas.
Sé que al final estás Tú...
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