Hoy, a esta hora, se me liaron todos los recuerdos.
Viendo tu imagen, todos los días, a ti me acercaba.
Al saber de tu muerte, mis pasos se hicieron lerdos.
Aquel rosario de pecas, en tu cara, acá yo evocaba.
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Tus gestos llenos de alegría y ese tu candor infantil.
Parece mentira, lo que nos cambia, el sufrimiento.
Yo sé qué, evocaré tu saludo diario, siempre gentil.
Anticipo mi congoja, al no ver|te y es que, lo siento.
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A la postre vemos que, no es el dinero y, sí el amor.
Todo este corto tiempo ya esperaba, leer tu saludo.
Tu imagen, aunque no era la tuya, mostró tu humor.
Sé bien qué, por ocultar tu dolor, ese era tu escudo.
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¡Ya no estarás en mis mañanas, tampoco, tu cortesía.
Y ante cualquier angustia, tu imagen, será mi alegría!