En la vastedad de la soledad,
me envuelvo en un abrazo íntimo con el tiempo,
donde los minutos se convierten en susurros
y las horas en suspiros.
Las manecillas del reloj,
veloces mensajeras del destino,
danzan por los senderos del cosmos,
llevando consigo el eco de tu ausencia.
Cada tic-tac es un latido
que pronuncia tu nombre en el silencio eterno,
marcando con su cadencia
la partida de tu presencia en mi mundo.