Rozo tus pechos con mimo
mientras te como los labios
y penetro tu santuario
en un acto consentido.
Esos ojos de azabache
esos pechos de canela
y el vaivén de tus caderas
en este sutil combate.
Fundo mi cuerpo en tu cuerpo,
exotérico engranaje,
uniendo huesos y carne
en esta lucha de besos.
Cuánto amor hay en tus ojos
cuanta paz en tu mirada
cuanta luz en tus entrañas,
pasión en tus labios rojos.
Llega el momento fecundo
con jadeos y suspiros
sigo acoplado en tu nido,
nido caliente y profundo.
Nos separamos sonrientes
besándonos en la boca:
este amor ya no sonroja
este amor todo lo puede.
Coso mi brazo a tu espalda
mientras tú cierras los ojos;
atrás quedan los enojos
“las flores y las trampas”
[“…ponte la desnuda
violencia que recatas” (L. Eduardo Aute)]