Gonvedo

CADÁVER EXQUISITO

La noche trae consigo olas de espanto

y un nombre que no quiero recordar,

unos ojos no esperados

ocultos tras el llanto navegable de la tormenta,

un beso en los labios del abandono,

un efímero encuentro carnal

entre el crepúsculo de la traición

y la larga mano del destino.

 

Después solo queda el silencio

del mundo entre las horas

cuando el tiempo regresa

de exhumar estrellas

y la noche se sube al tren

en la primera curva del amanecer.

 

Yo soy el hombre que vive al doblar la esquina,

que viene del otro lado del recuerdo,

caminando bajo la lluvia que presagia

la tempestad de los naufragios.

Vivo con la agonía que engendra

su nicho entre las piedras, dando forma

en su errante deambular, a un cadáver exquisito

que se inventa a la medida exacta de su necesidad.