Te odio, porque desde hace tiempo no soy más mía.
Te odio, pues tu mirada es mi tranquilidad.
Te odio cuando me abrazas, pues dejo ver mi fragilidad.
Te odio cada que mantienes tu vista sobre la mía, pues haces que sonría.
Entonces, no te odio.
Me odio por permitirme tener un nuevo dueño.
Me odio por sentir gracias a ti tanta paz.
Me odio pues perfectamente sé que siempre eres fugaz.
Me odio porque ahora te convertiste en mi nuevo sueño.
Seré firme y te olvidare definitivamente,
Aunque realmente aún no sé cómo convencerme
Con el argumento de que ya no puedes amarme,
Y con el otro argumento de que aún no logras entenderte.