Pilar Luna

LA RESISTENCIA

Viviendo en el Polo

no necesitamos

soldados de fortuna,

pero mantenemos la crueldad

con la cabeza fría

sin doblar la rodilla

para simular indiferencia,

y sudando el dolor

guardamos las formas

con elegancia

para quitarnos el sombrero.

 

Despoblados por convicción,

somos pocos

para llenar los huecos

de tantos que se fueron,

aunque sentimos su huella,

el calor de sus manos

y el roce de sus labios.

Borrando estigmas

en mitad de la incertidumbre,

recordamos desde la atalaya

una historia épica

donde los nuestros

fueron los héroes.

 

La misma vida

guarda viejas recetas

para protegernos

de los rayos, del granizo,

de la ironía de lo conocido

y de lo desconocido.

Todos los años

encendemos hogueras,

y con el fuego que hipnotiza

espantamos al invierno.

Aunque nada nos coge de nuevo,

acostumbrados al fuego cruzado

tragamos los nudos

que bajan por la garganta,

que seguir aquí

no es cuestión de suerte

sino de empeño.