Hoy tengo certeza de mí,
de cada fibra que me integra,
del llanto de cada músculo que me sostiene,
de cada latido que resuena corazón afuera.
Hoy tengo noticias de este domingo
de febrero, ensimismado,
despidiéndose ensangrentado
en algún lugar del mundo,
del lunes que se acerca
con su inútil osamenta,
y del talón calcáreo de la soledad,
tan frágil como el silencio de las jaulas.
Hay una lágrima de resina perdida
en mi pulso, mientras busco en mi sangre
un volcán enterrado.
Hay arañas hambrientas observándome
desde acuosos espejos.
Pero, quizás, solo era la noche y sus fantasmas,
pues el cielo estaba cubierto de nubes rotas.