Freddy Kalvo

Hay dolores...

Hay dolores que te punzan

y te ponen muy contrito

pero a veces, poco duran,

porque cortos son sus ciclos.

 

Hay dolores impensables

porque llegan sin aviso

como llegan, muchas aves,

a las ramas por sus nidos.

 

Hay dolores pasajeros

cual tormenta y su negrura

y por ello, duelen menos,

porque pican como pulgas.

 

Hay dolores muy ingratos

porque tocan hasta el alma

y si dentro, los dejamos,

poco a poco ellos nos matan.

 

Hay dolores incurables

que constante te lastiman

y aunque busques a curarles

al final, quitan la vida.

 

Hay dolores que te duelen

aunque nunca sean tuyos

pero duelen porque tienes

ese amor para este mundo.

 

Hay dolores que parece

que a los seres no lastiman.

Si analiza uno comprende,

que son seres masoquistas.

 

Hay dolores que gratuitos

llegan porque se los buscan

y por ser quizá, malignos,

a parar van a la tumba.

 

Hay dolores que no matan

pero nublan con sus sombras

y aunque duela mucho el alma

al final también transforman.

 

Hay dolores que hacen daños

que uno a veces no lo explica

y se quedan en abstracto

porque nadie te los mira.

 

Hay dolores que se quedan

como estampa, como imagen,

porque siempre hacen que duelan

los recuerdos de una Madre.

 

Hay dolores que visibles

no los canta ni el jilguero;

hay dolores que perviven

que, aunque mires, te haces ciego.

 

«Si te duele, a mí me duele»

va quedando en el olvido.

Y ese pensamiento tiene

de lo humano, lo más lindo.

 

¿Qué me importan tus dolores?

¡Le gritó aquel hombre ingrato!

Y al llegar la medianoche…

¡Se volvió un ave de paso!