En el augusto trono de pensamientos, el poeta se posa, cual Odin, en su salón de sabiduría, morada inmarcesible y eterna.Hugin y Munin, alas de la mente, uno es el recuerdo, el otro el presente.
Al albor de cada jornada, aportan al bardo las nuevas al alba, despliegan su vuelo,recorriendo mundos en silencio, sin desvelo. Traen al poeta las voces del día,susurros del mundo, la cruda poesía.
Hugin es el pensamiento, agudo y certero,que corta el cielo en un vuelo sincero.Munin, la memoria, guarda el pasado, tesoros de vida, nunca olvidado en la gloria.
Juntos, son musas de la creación,
inspiran al poeta con su visión. En el lienzo del cielo, pintan con gracia,
historias tejidas con hilos de encaje.
El poeta, como Odin, ve más allá,
con cuervos que guían su pluma sin cesar. En cada palabra, un mundo se revela, y en cada verso, una verdad centellea.
Así, el poeta, en su trono solitario,
con Hugin y Munin, crea un poemario, cual si fuese un valioso relicario.Los Cuervos de Odin con su mirada fija en el alma humana.El pensamiento y la memoria, su eterno cantar,en el arte de versos, que nunca morirá.